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—¿Dónde está el nieto de tu amo? —preguntó el rey.

—Se ha quedado en Jerusalén —respondió Sibá—, porque piensa que ahora los israelitas le devolverán el reino que le correspondía a su abuelo.

—Pues bien —contestó el rey—, ahora es tuyo todo lo que antes era de Mefi-bóset.

—¡Ojalá cuente yo siempre con el favor de Su Majestad! —respondió Sibá, inclinándose ante el rey.

Cuando el rey David llegó a Bahurim, un hombre de la familia de Saúl salió de allí. Era hijo de Guerá, y se llamaba Simí, e iba maldiciendo

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